sábado, 9 de noviembre de 2013

La futura vivienda de los mayores. ¿Cuestión de arquitectura?.

“¿Cómo queremos vivir cuando seamos ancianos?” Es la pregunta que plantea el video que nos llegó hace unos días que mostramos a continuación. (Pincha en la foto o aquí)

Viviendas para mayores
En él se expresa una idea preocupante: “El poder vivir de manera autónoma en la vejez es a menudo una cuestión de dinero”.  Varias de las iniciativas que se presentan en el vídeo así lo ilustran, pero ¿son ejemplos significativos de lo que realmente está ocurriendo en el mundo? ¿Son las viviendas, y además a alto precio, las que garantizarán la autonomía? Los ejemplos mostrados de vivienda “sin umbral” o completamente acristaladas no son precisamente los más adecuados desde un punto de vista gerontológico y mucho menos sostenibles. Sorprende encontrar la casa de Philip Johnson como paradigma de arquitectura para la tercera edad, solo porque su autor vivió allí hasta su muerte…
El centro del video informativo es una exposición de arquitectura y sus palabras nos hablan de edificios, espacios, azoteas y cristales. Sí, incluso de “productos de mercado”. Aunque se menciona el ejemplo de cohousing suizo Solinsieme, o el multigeneracional de Stuttgart, su descripción es meramente “visual”. Ya lo hemos comentado en otras ocasiones, mirar el problema de la vivienda de los mayores desde el “producto arquitectónico” pensamos que es un error. Los modelos innovadores se fundamentan en las relaciones humanas, las previas y las que se proponen. Sin querer menospreciar el producto arquitectónico (es más, estamos por la redefinición de un buen producto más humano), el éxito de las experiencias de cohousing no viene principalmente de sus edificios, sino de la construcción previa de una fuerte comunidad. Y la solución para el alojamiento de los millones de personas mayores no residirá en un nuevo producto “vivienda flexible” como dice en el vídeo Annette Becquer, sino en la adaptación de las comunidades de vecinos, barrios y ciudades para que éstas logren una verdadera inclusión. Las residencias de mayores no se enfrentarán al futuro con la implementación de domótica y habitaciones más atractivas, sino con sistemas de organización y asistencia centrados en las personas. Finalmente, la clave de las ciudades amigables con las personas mayores no está en el diseño de aceras accesibles, ni en la colocación de bancos por parte de los poderes públicos, sino en los procesos participativos que transformarán esas ciudades.
Vivir de forma autónoma no puede plantearse como una cuestión de dinero. Se es verdaderamente autónomo rodeado de personas. La señora del vídeo, que regaló su preciosa casa a sus hijos y se construyó otra a su lado es autónoma porque vive cerca de sus hijos, más que por el diseño de aquella. El problema de la futura vivienda para los mayores tendrá que hacer olvidar al arquitecto su sueño ególatra centrado en los edificios y volver la mirada a la comunidad.

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