jueves, 21 de noviembre de 2013

¿Qué fue del viejo sabio de la tribu?

“El joven técnico ha sustituido hoy al viejo sabio. Manda quién tiene más información, y la gente de cierta edad se ha quedado al margen, porque la información corre por otros cauces y por aparatos que no saben manejar”
Hace un tiempo nos aseguraba lo mismo una experimentada maestra que decía eludir el empleo de TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) puesto que sus alumnos le aventajaban demasiado en ello y le harían sacar los colores. Y eso le producía un cierto sentimiento de inferioridad.
seniorstechEl magnífico artículo de Jordi Soler, cuyas primeras palabras reproducimos al inicio, habla de esa ventaja del joven frente al viejo. “Dos docenas de viejos atendían las perlas informáticas que soltaba, con gran desparpajo, un joven [empleado de Apple] que debía tener la misma edad que los nietos de los viejos que lo escuchaban, que intentaban aprender los rudimentos de los ordenadores, cosas simples como enviar mails o husmear en Google o apuntarse a una red social. Hasta hace muy poco era el joven el que tenía que esforzarse para estar a la altura de la sabiduría del viejo, y hoy ocurre precisamente lo contrario, los viejos tienen que esforzarse para estar a la altura de los jóvenes, se acercan con un temor reverencial, casi religioso, a ordenadores y tabletas…”
Pero la juventud siempre fue osada. El “salto generacional [...] de proporciones insondables” no puede estar en el desparpajo del joven. Diríamos que la novedad está en esa cabeza gacha de la persona mayor. ¿De verdad creemos que la sabiduría del anciano puede ser sustituida por Google? Sería como decir que no necesitamos de jueces puesto que ya tenemos a nuestro alcance todas las leyes. ¿Sirve de algo tener las llaves de la Biblioteca de Babel si no se sabe cómo buscar el libro elegido?
Las tecnologías de la comunicación conforman hoy en día un panorama en ebullición, sumido en una evolución frenética en el que las novedades se suceden a velocidad pasmosa. Hasta para los jóvenes supone un esfuerzo mantenerse al corriente de la última novedad, el último programa, la última tendencia o red social. Por este motivo la aproximación al uso de estas tecnologías a través de cursos de formación que se centran únicamente en el manejo de las “herramientas” (los programas o entornos informáticos) están abocados a quedar desfasados y provocar desmotivación.
Mario Viché, que acuñó el concepto ciberanimación nos ofrece una aproximación más abordable para las personas mayores. Para él no hay distinción entre el mundo digital y el mundo real: detrás de las páginas web, las redes sociales o los chats sólo hay personas que quieren comunicarse, igual que en cualquier plaza o en cualquier bar. La mejor manera de aprender a moverse en estas nuevas “plazas” es empezar sabiendo qué se quiere conseguir. Con un objetivo claro (encontrar gente que comparta mi afición a los sellos, conocer las iglesias románicas de una provincia, rastrear mi árbol genealógico o saber más de rutas senderistas por la sierra) podremos detectar qué herramientas necesitamos, y aprender a usarlas (como lo que son, herramientas, y no un fin en sí mismo). Puede parecer un matiz, ya que al final tendremos que aprender habilidades similares, pero el modo de abordar la cuestión favorece mucho más la motivación y la autoestima poniendo en valor los conocimientos que el mayor ya tiene, en lugar de los que le faltan.
La lección de geografía, de Alfredo Valenzuela PuelmaDecía Kapuscinski que “el hombre contemporáneo no se preocupa por su memoria individual porque vive rodeado de memoria almacenada. [...] Depósitos interminables de palabras, sonidos y cuadros, en las casas, en los almacenes, en los sótanos y en las buhardillas. Si es niño, la maestra se lo dirá todo en la escuela, si es estudiante de universidad se lo dirá el profesor”.
“Hoy manda quien tiene más información”, dice Soler. Vivimos en un mundo que sin duda sobrevalora lo cuantitativo frente a lo cualitativo. Así, la memoria selectiva, el criterio, el pensamiento crítico del que tiene experiencia se desprecia frente al que tiene la llave de un almacén más grande de recuerdos (aunque no sean propios). Y el viejo agacha la cabeza…
Pero el viejo que mira boquiabierto en la tienda de Apple sabe mejor que el joven empleado qué quiere lograr con su dispositivo móvil, cuáles son sus necesidades, qué quiere lograr con esta tecnología en su propia vida. Y la vieja maestra sabe mejor que su experto alumno en videojuegos qué conocimientos o competencias quiere transmitir a los estudiantes. El joven técnico “tiene la información” pero no tiene criterio. El viejo sí lo tiene. ¿Por qué no levantamos la cabeza unos, agachamos la oreja otros y trabajamos juntos?

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